Primero quiero agradecer a la Divina Madre por acompañarme en cada momento de mi vida, de haberme permitido cumplir mis sueños y brindarme la posibilidad de seguir evolucionando como ser y como alma; a mi familia que siempre ha estado ahí y me ha visto crecer e incluso quienes me ayudaron económicamente para haberlo logrado y de la misma manera quienes me acompañaron en la planeación de todo este cuento del viaje, a mi papá y a mi mamá por haberme escuchado y apoyado día tras día dándome aún más seguridad y de haber sido tan comprensivos en entender que la idea de cada ser humano es vivir en libertad y que todo esto hacía parte de mi vida independientemente de si era algo arriesgado o no hacerlo (me vieron volar); a Sonia Carvajal (mi prima sexta) y a todos mis compañeros de Cafh quienes han estado ahí presentes en mi proceso de desenvolvimiento espiritual y que de igual manera me han visto crecer como persona y como alma entre las almas; a todos aquellos que vivieron conmigo esta experiencia y que nunca desampararon este blog para ser testigos de algo que para mi fue algo hermoso que jamás olvidaré así los años transcurran poco a poco; de aquellos que se preocuparon, que rieron y tal vez lloraron con cada una de mis historias, a toda la comunidad de Couchsurfing de América del Sur por haber permitido que este extraño de una esquina de Suramérica entrara a sus casas y me llenaran cada uno de su linda hospitalidad, a mi amiga Shirley Ruiz en Cali, a Roberto Reyes, Pablo Proano, Doña Maggie Abad (que se portó como una mamá) y a Joaquín en Ecuador, a, Carlos, Claudio, Helen y sobretodo a mi linda Stef en Lima por haber estado allí incluso cuando estuve enfermo, a Don Miguel en La Paz por contagiarme de esa alegría imborrable de su rostro, a mi amiguita argentina Vicky Gnazo a quien conocí en Bolivia, a Karla y Luis los chilenos con quienes atravesé tres países en bus y quienes además me acompañaron durante todos esos días con grandes gestos de amabilidad y de haber compartido de todo desinteresadamente aún en la escasez, a Melody Wood y Katia Airaldi en Paraguay quienes me hicieron sentir como en casa y de lo cual me llevo el más lindo recuerdo, a Pola y a Michael que me dieron una idea diferente de los europeos, a mi amiguita Elena Betts de New Jersey por haber vivido la mejor experiencia de todo el viaje siempre acompañado de su dulzura, su nobleza y por la fiesta de despedida más loca de mi vida en Buenos Aires, a Ute Brawn de Alemania por haber soportado mi neurosis en Patagonia y por haberme hecho esas 24 horas de bus más fáciles, a Mariusz el polaco y a Mike en Santiago por haber pasado el fin de semana más divertido, a Jorge Flores el chileno por haber estado siempre atento ante mi llegada a Chile desde un principio y de quien me llevo un lindo recuerdo de otra manera de ver el mundo, a Jorge Mori el venezolano por darme la mano cuando ya no tenía dinero esperando mi vuelo de regreso a Colombia, a Camila Matrero de Buenos Aires por su linda compañía y guía en Valparaiso y por estar dispuesta a ayudarme en mi próximo regreso a Buenos Aires y a todos aquellos que no mencioné también muchas gracias de corazón, el hecho de que no los mencione no quiere decir que no reconozca sus detalles.
Con esta experiencia gané algo más para mi vida, el hecho de haberlo vuelto puro conocimiento, de haber descubierto cada cultura y su importancia, de dejar a un lado la ignorancia y simplemente guardar silencio ante la crítica, de consolidar una conciencia amplia ante el mundo y sus diversas manifestaciones; un trabajo de autoconocimiento frente a diversas situaciones vividas, tantas cosas que implica el hecho de salir de su mundo y explorar otros nuevos, de volar...volar por la vida y simplemente dejar que la libertad interior del alma se manifieste en todos los actos del ser; pude caminar por las venas de los Andes y de Suramérica, pude descubrir sus secretos y percibir lo mágico que hay en cada rincón de sus pueblos y la existencia de sus gentes; 45 días de ilusión, de evolución, de aventura, de sueños, de hambre, de incertidumbre, de felicidad, de crecimiento, de frió, de emociones, 45 días de mi vida vueltos una sola experiencia imborrable en mi alma y en mi corazón.
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